Hoy quité uno de los nórdicos con los que duermo. Para mí esto es un gran paso, pues sí, confieso que soy la persona más friolera del mundo y en invierno duermo con dos nórdicos. Pues como decía hoy quité uno, y lo guardé en el altillo de mi armario junto con los abrigos, gorros y bufandas. Y es que se puede decir que hemos pasado prácticamente al verano. La primavera ya ni existe. Ni huella. Un cambio tan drástico que tiene desconcertada a toda la especie humana. Y acalorados. Y sin ganas de bajar a la universidad a las tres y media de la tarde porque lo único que apetece es dormir la siesta y bajar al parque a tomar el sol. Parque a falta de playa, claro.
Me gusta andar descalza por el suelo frio cuando hace calor, aunque deje huellas y mi madre se enfade.
Felíz martes.