El verano se ha instalado cómodamente llegando por la puerta grande.
La sangre no circula a una velocidad mayor de diez centímetros por hora.
Diez son los vasos de agua helada que me bebo al día.
Uno es el día de hoy, y es que ya estamos en junio y el tiempo parece pasar volando.
Y es que aunque ya tocaba calorcito, para estudiar cuanto más frio mejor, o se nos derretirán las neuronas.
Ahora solo dan ganas de callejear, rondar parques, meter los pies en fuentes, ir a festivales y bailar al aire libre. Salir de cañas y tapas y que se junte con el botellón. Quitarse ropa, enseñar piernas, comer helados en el borde de la piscina.
Pero lo único que veremos hasta julio será biblioteca y libros. Muchos libros. Eso sí, luego todo se coge con muchas más ganas.